Cómo ayudar a quien ha perdido un ser querido.

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El duelo al que se ha de enfrentar quien ha perdido a un ser querido, es un doloroso proceso pero un proceso natural que nos ha de ayudar a adaptarnos a esa pérdida.

Tal como dice Bucay, elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida del que ha muerto, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta su ausencia.

Un duelo se ha completado cuando  somos capaces de recordar lo perdido sintiendo poco o ningún dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin esa persona, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo nuestra energía en la vida presente y en las personas vivas que están a nuestro alrededor.

«El duelo es tan natural como
llorar cuando te lastimas,
dormir cuando estás cansado,
comer cuando tienes hambre,
estornudar cuando te pica la nariz.
Es la manera en que la naturaleza
sana un corazón roto.»

Doug Manning
«No me quites mi duelo»

Pero ¿cómo podemos ayudar a la persona que se enfrenta a esta dolorosa experiencia?           

Evita las frases hechas:

La incomodidad nos mueve a recurrir a expresiones que no ayudan para nada: “Tienes que olvidar”, «Mejor así, dejó de sufrir”, «El tiempo todo lo cura», “Mantente fuerte por los niños”, «es la voluntad de Dios», «Es ley de vida»…

Lo que más se necesita al principio es hablar y llorar. No decirle que tiene que sobreponerse, ya lo hará a su tiempo.

Si no sabes que decir, no digas nada. Escucha, estate presente, sin pensar que tienes que dar consejos constantemente o estar levantando el ánimo.

Si no sabes que hacer, colabora en algunas tareas cotidianas (hacer la compra, ir a buscar a los niños…) o encárgate del papeleo, puede ser una buena manera de ayudar.

Deja que se desahogue:

Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo…por la muerte de un ser querido, suele ayudar a elaborar el duelo.

Te equivocas si piensas que dejarle llorar y emocionarse, no sirve más que para añadir más dolor al dolor.

También es un error pensar que ayudar a alguien que sufre es distraerle de su dolor. Mediante la vivencia y expresión de los sentimientos, la persona en duelo se siente aliviada y liberada.

Permite que hable del ser querido que ha muerto:

Permitir que hable todo el tiempo y todas las veces que lo necesite.

Ayúdale a compartir con la familia o amigos/as recuerdos de la persona fallecida (ver fotos, contar anécdotas…)
Recordar a la persona amada es un consuelo para los supervivientes. Repetir y evocar los recuerdos es parte del camino que tienen que recorrer.

Hay personas que viven un duelo privado y no les gusta exteriorizar sus emociones. Respetaremos también su necesidad de no hablar.

 Mantén el contacto:

El contacto puede mantenerse de muchas maneras. Puedes hacerle una visita, quedar para tomar un café o dar un paseo, enviar una carta o un email. Con una llamada telefónica, por ejemplo, puedes romper su soledad y recordarle que no está solo/a, que alguien está pensando en él o ella.

Las fiestas y aniversarios son momentos particularmente dolorosos en los que podemos hacer un esfuerzo especial para estar cerca de la persona en duelo.

No temas nombrar y hablar de la persona fallecida por miedo a que se emocione. Si llora, no tienes que decir o hacer nada especial, lo que más necesita en esos momentos es tu presencia, tu cercanía, tu compañía y tu afecto.

No temas llorar o emocionarte. No hay nada malo en mostrar tu pena, en mostrar que a ti también te afecta lo que ha pasado, en mostrar que te duele ver a tu amigo/a o familiar en esa situación.

Ten en cuenta las actitudes que no ayudan:

  •  No le digas que le comprendes si no has pasado por una situación similar.
  • No intentes buscar una justificación a lo que ha ocurrido.
  • No te empeñes en animarle o tranquilizarle. Posiblemente lo que necesita sólo es que le escuches.
  • No le quites importancia a lo que ha sucedido hablándole de lo que todavía le queda.
  • No intentes hacerle ver las ventajas de una nueva etapa en su vida. No es el momento.

Biografía sugerida:

  • “Vivir sin él. Cómo superar el trauma de la viudedad” de Joyce Brothers, Grijalbo, Barcelona, 1992.
  • «La pérdida de un ser querido» de Arnaldo Pangrazzi, Ediciones Paulinas, Madrid, 1993.
  • “El camino de las lágrimas” de Jorge Bucay, Grijalbo, Barcelona 2003.

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